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A VUELTAS CON...LA "TRISTE MATERNIDAD" DE SAMANTA VILLAR

Tengo varias entradas en borrador, e iba a escribir un post en mi página de Facebook acerca de este tema, pero se me ha alargado tanto que he pensado que era más propio de un artículo así que aquí os dejo la entrada de la semana, desde el punto de vista de una madre con días más o menos felices, con una vida nada idílica pero encantada con mis hijos. Además, una madre con una pequeña especial que no causa más infelicidad de la que puedan causar los dos pequeños protagonistas indirectos de esta historia.




 "Precioso titular". Las palabras de la periodista Samanta Villar me indignan de manera profunda, pues un hijo no es un objeto que puedas devolver o descambiar cuando te plazca, un hijo es una continuación de una misma y, aunque a veces nos pese el hecho de la maternidad, porque no todo es idílico, no somos quienes para estar continuamente renegando de la misma o publicar nuestros momentos de infelicidad debidos a la existencia de nuestras criaturas a los cuatro vientos.

Salvo excepciones, hoy en día la maternidad suele ser un hecho deseado y meditado, y no hay que ser futurólogo para saber que la misma cambiará tu vida para siempre. Por supuesto que, desde el momento en el que el test da positivo por primera vez, la vida va dando giros hasta transformarse tras el nacimiento del niño o de la niña. Ya se sabe que todo aquello que se hacía a solas, en pareja o con amigos, pasará a un segundo plano y que lo primero serán siempre los niños, ya que se convierten en una preocupación constante; cuando son pequeños, porque lo son y su dependencia puede cansar (pero no hasta el extremo como en el caso de esta señora) y cuando son más mayores porque el cordón umbilical se va quedando más lejos y con el espacio y tiempo que van pidiendo, la preocupación crece.  Mis hijos tienen cuatro y diez años y la preocupación, sin duda, es distinta pero ahí está, de manera continua.

Pero eso no es infelicidad.  Es un cambio de actitud que, como digo, en la mayoría de los casos se toma de manera consciente, y se asume.  Hay que esforzarse, eso sí, y bajo mi punto de vista, en encontrar el espacio personal, el rincón de una misma en el que pueda realizarse como persona, ya sea aprendiendo idiomas, yendo al gimnasio o realizando cualquier actividad que a cada uno o una le resulte gratificante.  Porque, aunque desde el momento del embarazo y del nacimiento la vida gire alrededor de tus criaturas, creo que es necesario que cada miembro de la familia disfrute de su espacio y de su tiempo, simplemente por salud y desarrollo personal.  Pero se ve que a esta mujer, ya crecida (¡qué suerte poder tener hijos sanotes con esa edad,  a mí con 39 que fue cuando tuve a mi hija me dijeron que “era mayor”! claro que, por mala fortuna, mi salud para llevar un embarazo adelante no es la mejor tampoco). 

Por cierto, comenta también que sin hijos se puede ser una mujer plena; y pienso yo ¿es que el hecho de ser madre es lo que te etiqueta como mujer? La maternidad es una opción, hoy en día más que nunca, pero aquellas mujeres que bien por libre elección o porque no han tenido la posibilidad de ser madres, tienen o pueden tener una vida plena y por supuesto que muy satisfactoria.  Se es mujer porque se es, no porque se es madre. Es cierto que si no tienes hijos la pregunta del "¿por qué?" es constante, si tienes uno qué cuando viene el siguiente, etc,  Pero nadie estigmatiza a una mujer que no tiene hijos. De todas maneras, pienso ¿Alguien la obligó? Si ya desde pequeña mostraba señales de que no le apetecía ser madre. Entonces ¿por qué se pasa el día lamentándolo y vendiendo su maternidad como una pena en el alma? Porque además, la está monetizando.

Indigna más cuando, con toda seguridad, sus pequeños son unos niños sanos a los que podrá ver crecer con normalidad y ojalá que no tengan más problema que unos simples resfriados (de todas formas, de la manera en la que plantea el yugo de su maternidad, seguramente que los mismo le harán más infeliz aún).  Probablemente ella no tendrá que pasarse horas y horas de consulta en consulta, investigando por internet, conociendo personas con las que el tema común del que hablar sean las terapias a las que acuden sus hijos o hijas, ni pasando días y semanas en habitaciones de hospitales. 

A raíz de entradas en otros blogs y en posts de Facebook, me ha surgido otro tema de reflexión y es que ella, con dos primores en el mundo, dice que no es feliz; Se quejará de que no duermen, de que no paran, de que no se están quietos, de que no se callan…y las que compartimos nuestras conversaciones en salas de espera de centros de atención temprana, de lugares de atención específica para las condiciones de nuestros hijos, las que hemos pasado horas en UCIs y en unidades de neonatología…las que hemos visto a otras madres llorar la pérdida de su hijo o hija ¿Cómo nos sentimos? Es más ¿Cómo nos sentimos no ya cuando Samanta Villar dice que no es más feliz, sino cuando cualquier madre de a pie se queja "de vicio"?

Nosotras tenemos nuestra maternidad asumida; por supuesto que nos gustaría quejarnos “de vicio” pero eso no nos hace más infelices.  Al revés; hemos aprendido que lo mejor es disfrutar del día a día de nuestros pequeños, de cada progreso que hacen, de cada momento vivido y de que cada logro da lugar a un momento de celebración (Una de las expresiones más repetidas por mi hija es “bieeeeen, braaavoooo”) y que por ello esa celebración es continua.  Pero leer estas sandeces es, realmente, doloroso para nosotras.

Porque ningún niño o niña, independientemente de su condición,  merece que sus madres muestren que ellos han significado infelicidad en su vida, y cuando en concreto estos niños puedan leer el desequilibrio que causó en la vida de su madre, no creo que se puedan sentir contentos por ello.

La señora Villar está viviendo creo yo, su maternidad, de una forma muy contradictoria, es como si aún no hubiera dejado atrás la depresión postparto, algo que, yo, por cierto, no he padecido.  Pero lo triste es que está vendiendo a esos niños desde antes de quedarse embarazada.  Triste.

Como siempre, muchas gracias por  compartir este ratito de lectura y nos encontramos en la próxima entrada.







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