Cuando Fernando, mi peque mayor, iba a pasar de esa etapa de bebé rollizo a niño ya de tres años, acudía cada día a la Escuela de Educación Infantil con sus pertenencias más íntimas, entre ellas su chupete (sí, lo tuvo hasta poco antes de dejar el Primer Ciclo de esta etapa...un día, "sin querer", se cayó a la taza del retrete...y ya no lo necesitó más). Para no confundirse, las seños escribían el nombre de cada niño o niña con rotulador permanente pero a la no muy larga se iba borrando. Un día, por casualidad ya que no andaba buscando nada en concreto, pinché en un banner de alguna página web y me apareció una bonita tienda on-line en la que lo que se vendían eran chupetes (creo recordar que entonces no se ofertaba aún nada más, debía correr el año 2009), con la salvedad de que estos podían personalizarse con el nombre del bebé; me pareció una idea original, así que encargué dos para mi hijo. Ya no les dió mucho uso, aunque nunca había sido delicado en ese aspecto
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